miércoles, 19 de agosto de 2020

La vida va en serio



La vida va en serio, porque puede llegar a ser muy corta. 

La vida va en serio, porque sólo una te puede parecer demasiado breve para alcanzar todo a lo que aspiras. 

La vida va en serio, porque cuando la vives desde quizá mucho tiempo más del que recuerdas, te das cuenta que tu existencia no va tanto de vivir sino de saber para qué vives. 

Definitivamente, la vida va muy en serio. 


Marzo del 2020 marcó un antes y un después en nuestra historia más reciente. Ha supuesto abrir la puerta para muchas personas, empresas, organizaciones y profesionales, a la tensión permanente, a la incertidumbre laboral. Y cuanto menos, mi reflexión, pasa por el análisis de la repercusión y presencia de nuestras competencias emocionales dentro de todo este huracán que parece no tener fin. 

Hemos dado inicio a un viaje cuyo destino desconocemos. El recorrido tampoco podemos establecerlo con mucha anticipación. Sólo una cosa es cierta: el deseo común es mantener y potenciar nuestra salud (y la de nuestros seres queridos) y nuestro trabajo/profesión. 

Y en este viaje, creamos la realidad desde el interior hacia el exterior. De ahí la importancia de saber quienes somos, qué nos identifica, que nos construye, qué nos dibuja. Es preciso conocer nuestro sistema de creencias, sistema que nos limita o nos potencia, y que es nuestra responsabilidad conocer. 

Hay muchas variables que no dependen de nosotros, por eso, sobre las que sí tenemos responsabilidad, hemos de trabajar con toda nuestra intención, fuerza y coraje. 

En nuestro mundo, ahora ¿qué impera? Dos emociones, me atrevo a afirmar: la incertidumbre y el miedo. 

La Inteligencia Emocional es "una habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y la de los demás promoviendo un crecimiento emocional e intelectual" (Mayer y Salovey)

Por tanto, si nos paramos a pensar que ahora más que nunca hay emociones que dominan mucho más que antaño las decisiones,¿no es lógico parar y pensar cómo nos afectan en nuestro día a día profesional y qué podemos hacer para no salir perdiendo? 

El “esfuerzo” cognitivo y conductual que debemos realizar para manejar esos estresores externos o internos  y que son evaluados como algo que excede los recursos de la persona, es lo que llamamos estrategias de afrontamiento.

Claro, quién es consciente de cómo vive su vida, puede plantearse (con toda la razón) que este mismo esfuerzo ha tenido que hacerlo en numerosas ocasiones a lo largo de su vida. 

En definitiva no es más (ni es menos) que aprender a afrontar un reto, obstáculo o problema, llámalo como quieras, desde 

a) la atención en la tarea, centrándose en resolver el problema de manera lógica, las soluciones y en la elaboración de planes de acción;

o desde b) centrándose en las respuestas emocionales que das a la situación que quieres resolver, para tomar consciencia de cómo estás respondiendo. 

Quién me ha escuchado en alguna disertación, sabe que las conjunciones me gustan ... ¿Y tenemos que elegir? Elijo la "y"

Resolver una situación problemática, requiere o puede requerir de múltiples opciones viables. Quizá elegir todas no sea siempre la mejor opción, pero en este caso, conjugar ambas puede ser enriquecedor. 

Obviamente, es necesario centrarse en el problema y buscar esas soluciones que la mencionada opción A nos va a permitir implementar. Ahora bien, en ese proceso de implementación, encontraremos probablemente, dificultades íntimamente relacionadas con la opción B... y si soy consciente de aquello que me limita para desplegar la totalidad de las soluciones ¿acaso no tendré más probabilidades de éxito? 

Cuando fusionamos la atención plena con el despliegue de los recursos que la inteligencia emocional nos brinda, surge, bajo mi opinión, la mejor solución. 



Aterrizando conclusiones al mundo de la empresa ...

Como responsables de una empresa o de una actividad profesional, ¿qué influencia a los compradores a tomar sus decisiones de compra? Indistintamente de si hablamos de servicios o de productos. 

Con el auge tecnológico, el marketing está dirigido a capturar a los consumidores a través de historias que los cautiven y llevándonos a terrenos más emocionales, los cuales tienen un peso mayor en las decisiones de adquirir un producto o servicio. Tener un mayor conocimiento de los estímulos que afectan a los usuarios, es una apuesta que las empresas deben tomar para cumplir sus objetivos de ventas. 

El verano nos está dando tregua, pero ... el otoño llegará y con él el freno y selección de los gastos. 

Muchas actividades se están reinventando, ofreciendo canales duales, optimizando el trabajo que hasta el momento estaban haciendo y que empezaba a dar frutos haciendo uso de diferentes canales de comunicación con el cliente... Ciertamente muchas actividades dependientes del turismo, hostelería y ocio necesitan una profunda reconversión. 

Sea como sea el caso, sí hay un elemento común a todas las actividades: 

Para una firma, una marca, para toda actividad empresarial no es suficiente con que se le vea y se le oiga, es necesario que sea experimentada y vivida; por esto, las empresas deben tener en cuenta que la forma de vender es a través de la generación de emociones en los clientes. 

¿Cómo hacerlo? 

1. Vende experiencias, no productos ni servicios; cuando los clientes son tocados a través de las emociones humanas, la racionalidad pierde validez. 
2. Si la experiencia es satisfactoria, el precio pasa a un segundo plano. 
3. Estamos en la era del marketing de individuos no de masas. 
4. Si el producto es bueno, el boca a boca entrara en acción. 
5. Ten en cuenta la fórmula: ver, tocar, experimentar, comprar. 



Si te eligen, es por cómo vendes lo que haces. Y esto, no es más ni es menos, que conjugar las habilidades emocionales en tu estrategia de empresa. 

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Tus innegociables

¿Corres detrás de la felicidad? ¿Parece que la rozas pero se te escapa? Todas las personas tenemos unos mínimos innegociables que nos hacen ...