PURPURINA
Imagina un tarro lleno de agua, con purpurina en el fondo. Imagina que lo agitas. Imagina qué sucede. La purpurina se esparce por todo el bote. ¿Correcto? Tus emociones son como esa purpurina. Tú eres como ese bote de agua. Cuando se agitan, te inundan. Y en la vida hay muchas situaciones que nos agitan. Y en la vida hay muchas personas que andan agitadas. Aprender e incorporar recursos que nos permitan entender, modular y canalizar lo que sentimos de forma saludable, para que se deposite nuevamente nuestra purpurina es necesario. Pero claro, nuestra purpurina no es visible. No es como cuando te haces un esguince, o tienes una fractura. El dolor físico, de hecho, está normalizado y legitimado. El dolor emocional no. La salud sabemos que no es la ausencia de enfermedad sino un estado completo de bienestar físico, mental y emocional (OMS). La mala gestión de nuestras emociones causa otras dolencias. Somatizaciones, alteraciones, trastornos, conflictos. Las crisis emocionales debe