La vida es ardua. La vida es lucha. La vida es caída, pero también es vuelo. Amarga, y dulce. La vida es como ir a la escuela: recibimos muchas lecciones que no siempre aprendemos ni siempre incorporamos. Aunque cuanto más aprendemos, más difíciles se ponen las lecciones...
Durante toda la vida se nos ofrecen pistas que nos recuerdan la dirección que debemos seguir (para cumplir con nuestra misión de vida). Si no prestamos atención, tomamos malas decisiones y acabamos con una vida quizá no desgraciada, pero sí relativamente infeliz.
Si ponemos atención a esas señales, aprendemos las lecciones y llevamos una vida (más) plena y feliz.
Conscientes o no, disfrutamos del libre albedrío. Cierto: muchas veces lo negamos, responsabilizamos a la cultura de aquello que nos sucede, de aquello que vivimos.
A la cultura, a la situación económica, al país, a los políticos.... incluso, a la suerte.
Sin embargo, pienso (y podría argumentarlo) que casi todo lo que vivimos, es una consecuencia de nuestras decisiones.
Siendo directa... ¿Has descubierto la finalidad de tu existencia?
Quizá esta pregunta nos la formulamos demasiado tarde. Quizá sea más fácil responsabilizar a la sociedad del tipo de educación que establece, y que no nos invita a incorporar una mirada introspectiva.
Sin duda, más fácil. Aunque no, no estoy de acuerdo.
Hay cuestiones que particularmente considero esenciales. Tenerlas claras te aportan no solo bienestar, sino claridad y rumbo.
¿Qué te define? ¿Qué te hace ser diferente al resto? ¿Cuáles son tus mayores virtudes? ¿Conoces tus puntos débiles? ¿Qué le da rumbo y dirección a tu vida?
Y lo más importante, ¿eres feliz? ¿eres plenamente feliz?
Quizá la felicidad (que es un concepto muy subjetivo) tenga que ver con el equilibrio que guardan entre sí las esferas que componen tu vida.
Quizá tenga que ver con hacer aquello que haces cada día, elegido o no, bien hecho.
Quizá tenga que ver con tener aquello con lo que disfrutas y con disfrutar aquello que tienes.
Quizá tenga que ver con sentir satisfacción con aquello que haces y tienes. Ese "sentir satisfacción" implica saber quién eres y estar de acuerdo con la respuesta. Implica saber los motivos por los que haces aquello que haces, y estar de acuerdo con ello.
¿Y si te concedes 15 minutos, sin nada ni nadie que te moleste? Deja que tu mente divague, deja que se libere y que se disperse. Obsérvala, simplemente obsérvala:
¿Qué hace? ¿Qué dice? ¿Qué calla?
¿Qué tipo de verbos usa?
¿Qué tono emplea?
¿Qué emociones despierta en ti?
Te invito a reflexionar sobre ello periódicamente. Te sorprenderán tus respuestas.