Las emociones rigen muchas de nuestras decisiones. Dictan cómo nos comportamos, cómo nos relacionamos, cómo resolvemos nuestros problemas, cómo descubrimos o cómo solucionamos los obstáculos que encontramos. Puedes elegir cómo mejorar muchos aspectos de tu vida. Por eso te propongo que aprendas a desarrollar las competencias y habilidades que precises y escribas tú el guion de tu vida. ¿Hablamos?
sábado, 28 de septiembre de 2024
Tus innegociables
viernes, 13 de septiembre de 2024
TRABAJANDO LA (AUTO)CONFIANZA
¿Es posible aumentar la confianza en uno mismo? Veamos algunas de las opciones que tenemos.
5 estrategias clave
La falta de confianza en uno mismo es un reto que afecta a muchas personas. Puede manifestarse en diversas áreas de la vida: el trabajo, las relaciones personales, o incluso en la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Afortunadamente, la confianza no es algo fijo; se puede desarrollar y fortalecer con el tiempo. Aquí te comparto 5 soluciones prácticas que te ayudarán a mejorar tu autoconfianza.
1. Cambia tu diálogo interno
Observa cómo te hablas. La forma en que hablas contigo mismo tiene un gran impacto en tu confianza. Si constantemente te repites que no eres capaz o que vas a fallar, te estarás saboteando. Si solo ves aquello que podrías haber hecho mejor, te estarás saboteando. Comienza a reconocer estos pensamientos negativos (no constructivos) y reemplázalos por afirmaciones positivas. Reformula tus frases. Un buen ejercicio es escribir tres cosas que hayas hecho bien cada día, por pequeñas que sean. Esto ayuda a centrarte en tus logros, en lugar de tus defectos.
2. Establece metas alcanzables
Uno de los mayores enemigos de la autoconfianza es intentar morder más de lo que puedes masticar. Alcanzar más de donde puedes llegar. Cuando estableces metas demasiado ambiciosas y no las alcanzas, es fácil sentirte fracasado. En lugar de ello, divide tus objetivos en pequeños pasos manejables. Cada vez que logres uno, tu autoconfianza crecerá un poco más. Celebrar estos pequeños triunfos es clave.
3. Sal de tu zona de confort
El crecimiento personal sucede cuando te enfrentas a nuevos desafíos. Si evitas situaciones por miedo al fracaso, tu autoconfianza se estanca. Intenta exponerte de manera gradual a cosas que te intimiden, como hablar en público o probar una nueva habilidad. Empieza con pasos pequeños y a medida que te acostumbres a la incomodidad, tu confianza aumentará.
4. Cuida tu salud física y emocional
El bienestar físico y mental influye directamente en la confianza en uno mismo. El ejercicio regular no solo mejora tu estado físico, sino que también libera endorfinas, las cuales pueden mejorar tu estado de ánimo. Asimismo, asegúrate de dormir lo suficiente y comer saludablemente. Por otro lado, cuidar tu salud emocional, por ejemplo, a través de la meditación o la terapia, te ayudará a gestionar el estrés y la ansiedad, dos factores que minan la confianza.
5. Rodéate de personas que te apoyen. Busca tus personas vitamina.
Las personas con las que te rodeas juegan un papel crucial en la percepción que tienes de ti mismo. Si estás rodeado de personas que constantemente te critican o te subestiman, es probable que integres esas opiniones. Busca relaciones que sean constructivas y que te impulsen a ser mejor. Estar en un entorno positivo refuerza tu autoconfianza. Identifica a las personas que creen en ti, que te valoran, validan y aprecian, y cuida esas relaciones.
Concluyendo... Desarrollar la confianza en uno mismo es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo. No te desesperes si no ves resultados inmediatos. La clave está en trabajar de manera constante en estos aspectos y, con el tiempo, verás cómo te sientes más seguro y capaz de enfrentar los desafíos de la vida. La confianza se construye paso a paso; cada pequeño avance cuenta.
viernes, 6 de septiembre de 2024
ELEGIR TERAPEUTA
No se nos ocurriría ir a un dermatólogo cuando tenemos problemas en los ojos, ni a un oculista si lo que tenemos es dolor de espalda... sin embargo, cuando lo que nos duele es el alma, ¿ a quién acudimos?
Terapias hay muchas dentro del área psicológica, mental y emocional. Elegir no siempre es fácil. Es importante que el profesional que elijas realmente lo sea, realmente sepa lo que hace. Pero tan importante como esto es el vínculo terapéutico que logres. Es esa conexión que no siempre se establece pero que es necesaria para que alcances tus objetivos.
Psicoanálisis, cognitivo-conductual, sistémica, humanista ... son muchas las corrientes, y en realidad no hay una mejor que otra, porque dependerá de cómo eres tú (quién consulta) y cómo es el profesional que eliges. En función de ello, funcionará (o no) la terapia. Si hay feeling, hay alto porcentaje de éxito.
Haremos un brevísimo repaso.
Psicoanálisis. Primera psicoterapia como tal, nos lleva a buscar el origen de los problemas en la infancia (hay que bucear mucho) y entiende que un trauma en esta etapa es el origen del problema que nos lleva al diván. Es por lo general, una terapia lenta.
Cognitivo-conductual. Es una terapia mucho más rápida que entiende nuestro comportamiento (y por ende nuestros problemas) como el resultado de la relación estímulo-respuesta. Ha evolucionado y hoy por hoy dentro de esta corriente encontramos derivadas de ella, terapias de tercera generación.
Terapia humanista. A diferencia de las anteriores, esta terapia no se enfoca a problemas psicológicos ni alteraciones ni trastornos de la personalidad. Aquí tiene cabida cualquier necesidad que plantee la persona con relación a su vida, resultados, comportamiento o conducta, sin que tenga problemas psicológicos.
Sistémica. Esta es una terapia que entiende la vida compuesta por sistemas que se relacionan entre sí. Imagina un sistema solar. Tú estarías en el centro, y orbitando a tu alrededor estaría tu problema, tu familia, tu pareja, tus expectativas... todo cuanto te rodea. La relación entre todo debe ser armoniosa, si no lo es, emergen las alteraciones. Cuando hay problemas relacionales, esta terapia resulta especialmente interesante.
Así pues, es interesante que preguntes a tu terapeuta qué corriente es la que practica, así como su forma y método de trabajo.
Siente libertad para probar sin compromiso, y si no es lo que sientes que debe ser, no sigas. Cada persona tiene su terapeuta.
¿Cuándo acudir a terapia?
A cualquier persona le viene bien hablar y ser escuchada sin ser juzgada. Recibir propuestas para los problemas o retos de su vida por parte de una persona profesional que no se posiciona en ningún bando y que de forma neutra, te va a dar herramientas para que tomes la mejor decisión. Tú. No tu terapeuta.
Ahora bien, no siempre podremos ir a terapia sin más. Muchas veces la economía es la que nos hace decidir. Y otras veces, se suma la duda "¿será esto algo como para ir a terapia? ¿o seré yo que hago un mundo de lo que me pasa? ¿quizá lo hago grande y no es para tanto?"
En el momento en el que te planteas estas preguntas, ya te está afectando. Si no te afectase, si tuvieras claro cómo poner solución, no te harías esa reflexión. Por tanto, en el momento en que te afecte, es aconsejable. En el momento en que lo pienses con frecuencia, es aconsejable. En el momento en que se torne algo visceral (lo sientas en tu estómago) es aconsejable.
¿Con perspectiva de género?
El género es una construcción social que nos afecta desde antes de nacer. Se esperan comportamientos diferentes de nosotros según seamos hombres o mujeres. Y nuestras propias expectativas son diferentes según nuestro género, porque aprendemos a que lo sean, no porque por genética sean diferentes. Al fin y al cabo, el género es un constructo social y cultural, que aprendemos e incorporamos. Por eso es importante que tu terapeuta incorpore la perspectiva de género en su mirada. Ayudará a contextualizar, comprender y empatizar mucho más. Sin revictimizar. Sin culpabilizar.
¿Qué contarle? ¿Cómo empezar?
Mi consejo, si no sabes como empezar, deja que te guíe. Expresa tu sentir, tus dudas, y deja que te guíe en esos primeros pasos. Seguramente será mucho más fácil de lo que puedas pensar.
¿Y hasta cuándo?
Muchas veces es fácil, porque cuando aprendes las herramientas para resolver tu problema, terminaste. otras veces seguro que prefieres
Espero haberte ayudado a tener más claro cómo enfocar el perfil profesional que crees que se alinea más contigo.
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