No se nos ocurriría ir a un dermatólogo cuando tenemos problemas en los ojos, ni a un oculista si lo que tenemos es dolor de espalda... sin embargo, cuando lo que nos duele es el alma, ¿ a quién acudimos?
Terapias hay muchas dentro del área psicológica, mental y emocional. Elegir no siempre es fácil. Es importante que el profesional que elijas realmente lo sea, realmente sepa lo que hace. Pero tan importante como esto es el vínculo terapéutico que logres. Es esa conexión que no siempre se establece pero que es necesaria para que alcances tus objetivos.
Psicoanálisis, cognitivo-conductual, sistémica, humanista ... son muchas las corrientes, y en realidad no hay una mejor que otra, porque dependerá de cómo eres tú (quién consulta) y cómo es el profesional que eliges. En función de ello, funcionará (o no) la terapia. Si hay feeling, hay alto porcentaje de éxito.
Haremos un brevísimo repaso.
Psicoanálisis. Primera psicoterapia como tal, nos lleva a buscar el origen de los problemas en la infancia (hay que bucear mucho) y entiende que un trauma en esta etapa es el origen del problema que nos lleva al diván. Es por lo general, una terapia lenta.
Cognitivo-conductual. Es una terapia mucho más rápida que entiende nuestro comportamiento (y por ende nuestros problemas) como el resultado de la relación estímulo-respuesta. Ha evolucionado y hoy por hoy dentro de esta corriente encontramos derivadas de ella, terapias de tercera generación.
Terapia humanista. A diferencia de las anteriores, esta terapia no se enfoca a problemas psicológicos ni alteraciones ni trastornos de la personalidad. Aquí tiene cabida cualquier necesidad que plantee la persona con relación a su vida, resultados, comportamiento o conducta, sin que tenga problemas psicológicos.
Sistémica. Esta es una terapia que entiende la vida compuesta por sistemas que se relacionan entre sí. Imagina un sistema solar. Tú estarías en el centro, y orbitando a tu alrededor estaría tu problema, tu familia, tu pareja, tus expectativas... todo cuanto te rodea. La relación entre todo debe ser armoniosa, si no lo es, emergen las alteraciones. Cuando hay problemas relacionales, esta terapia resulta especialmente interesante.
Así pues, es interesante que preguntes a tu terapeuta qué corriente es la que practica, así como su forma y método de trabajo.
Siente libertad para probar sin compromiso, y si no es lo que sientes que debe ser, no sigas. Cada persona tiene su terapeuta.
¿Cuándo acudir a terapia?
A cualquier persona le viene bien hablar y ser escuchada sin ser juzgada. Recibir propuestas para los problemas o retos de su vida por parte de una persona profesional que no se posiciona en ningún bando y que de forma neutra, te va a dar herramientas para que tomes la mejor decisión. Tú. No tu terapeuta.
Ahora bien, no siempre podremos ir a terapia sin más. Muchas veces la economía es la que nos hace decidir. Y otras veces, se suma la duda "¿será esto algo como para ir a terapia? ¿o seré yo que hago un mundo de lo que me pasa? ¿quizá lo hago grande y no es para tanto?"
En el momento en el que te planteas estas preguntas, ya te está afectando. Si no te afectase, si tuvieras claro cómo poner solución, no te harías esa reflexión. Por tanto, en el momento en que te afecte, es aconsejable. En el momento en que lo pienses con frecuencia, es aconsejable. En el momento en que se torne algo visceral (lo sientas en tu estómago) es aconsejable.
¿Con perspectiva de género?
El género es una construcción social que nos afecta desde antes de nacer. Se esperan comportamientos diferentes de nosotros según seamos hombres o mujeres. Y nuestras propias expectativas son diferentes según nuestro género, porque aprendemos a que lo sean, no porque por genética sean diferentes. Al fin y al cabo, el género es un constructo social y cultural, que aprendemos e incorporamos. Por eso es importante que tu terapeuta incorpore la perspectiva de género en su mirada. Ayudará a contextualizar, comprender y empatizar mucho más. Sin revictimizar. Sin culpabilizar.
¿Qué contarle? ¿Cómo empezar?
Mi consejo, si no sabes como empezar, deja que te guíe. Expresa tu sentir, tus dudas, y deja que te guíe en esos primeros pasos. Seguramente será mucho más fácil de lo que puedas pensar.
¿Y hasta cuándo?
Muchas veces es fácil, porque cuando aprendes las herramientas para resolver tu problema, terminaste. otras veces seguro que prefieres
Espero haberte ayudado a tener más claro cómo enfocar el perfil profesional que crees que se alinea más contigo.