Un hombre tenía un restaurante de éxito, muy reconocido por la excelencia en el trato al cliente. Un día, le preguntaron cuál era el secreto de su éxito. Esta fue su respuesta:
-«Nunca he contratado un camarero. Jamás. Yo contrato a personas que sepan sonreír, a personas que les guste el trato con personas. Luego les enseño a servir mesas»
Claro, la antesala del desarrollo profesional es el desarrollo personal. Vivimos en un mundo donde tenemos la oportunidad de conocer personas realmente muy profesionales.
¿La diferencia? La diferencia está en la moraleja de la historia que mencioné, que además puede resumirse en una fórmula *
Profesional= (c+h) x a
siendo c los conocimientos necesarios para desarrollar una tarea/actividad,
h la habilidad que tienes o necesitas adquirir para desarrollarla de forma óptima,
y a la actitud.
Conocimientos hacen falta, sin duda alguna.
Habilidad por supuesto también.
Actitud…. ¡¡actitud!! ¿qué somos sin nuestra actitud? La actitud es determinante. Y fíjate si no en tus relaciones personales, ¿Por qué eliges a los amigos que eliges? ¿Por su experiencia en «el sector»? ¿Por la universidad a la que han ido? ¿Por el expediente académico? ¿O quizá acaso por cómo son?
Ahora te invito a trasladar este ejemplo a la vida profesional. En la sociedad en la que hoy vivimos, en la que disponemos del conocimiento a golpe de tecla, ¿crees que es condición «sine qua non» tener una carrera universitaria para ser un excelente profesional? Evidentemente cuenta y mucho los conocimientos que tengas, pero más aún cómo los uses y cómo los apliques, como compartes con tus compañeros tus conocimientos, cómo «bajas a tierra» lo que sabes y tu experiencia….
En este siglo de «todo rápido» (vida rápida, come rápido, cocina rápido, lecturas rápidas, webs de vistazo rápido, tweets rápidos, perder peso rápido… ¿sigo?) en este siglo de velocidad, merece la pena parar y reajustar. Al menos te invito a que lo reflexiones.
Parar y ajustar. Probar y comprobar. ¿Estás jugando al juego que quieres? Y si es así…¿Juegas a ganar o juegas a no perder?
¿Te atreves a responderte?
(* Fórmula de Víctor Kuppers)