lunes, 8 de junio de 2020

Navegar sin naufragar


Si algo tenemos en común todas las personas es el deseo de ser felices y que quienes nos importan lo sean. 



¿Cómo navegar sin naufragar por el mundo de las emociones? 
¿Cómo decir lo correcto en el momento oportuno?
¿Cómo saber lo que quieres?  
¿Cómo no herir a esa persona cuando sabemos que lo que vamos a decir es doloroso? 
¿Cómo sobreponerse a continuos errores y desatinos y no tirar la toalla? 
¿Cómo haces para tomar tus propias decisiones  y ser fiel a ti mism@ aún cuando pueden no ser las decisiones que tu grupo de pertenencia aprueba? Más aún, ¿cómo le enseñas esto a tus hij@s? 
¿Cómo enriquecer la relación de pareja cuando la rutina y el tiempo parecen enranciarla? 
¿Cómo equilibras tu vida de pareja ?



La lista es muy larga. Basten estos ejemplos para plantear diferentes situaciones personales, de pareja o con los hijos (por no abordar el espectro profesional) para reflexionar sobre la necesidad de tener habilidad en ciertas herramientas o habilidades no tangibles que nos harán la vida mucho más feliz y satisfactoria. 
Sí.  Existen herramientas que ayudan a las personas, en sus vidas personales, familiares y profesionales a enfrentarse a las vivencias emocionales básicas del dolor y del amor para transformar estas experiencias ineludibles en oportunidades de cambio positivo en sus vidas. 
Aquellas personas capaces de desarrollar habilidades emocionales fuertes disfrutan de una vida plena y poseen las herramientas necesarias para obtener de sí mismas la máxima productividad; por el contrario, aquellas que son incapaces de ordenar sus propios sentimientos están en continua lucha interior, víctimas de sus propias emociones.
Sin embargo, ¿quién nos enseña y cómo aprendemos estas habilidades? 
Pero antes de todo ello,antes de aprender nuevas habilidades es necesario un paso previo no apto para todas las personas. 
Mirarse al espejo y descubrir realmente a la persona que proyecta el reflejo. 
Conocerse a uno mismo es escarbar en nuestro sustrato emocional, destripar nuestros impulsos y entender las fuentes de nuestra ira y de nuestro dolor, de nuestros miedos y nuestras excusas, de nuestras justificaciones y nuestros verdaderos deseos, para poder convivir armoniosa y plenamente con nuestras emociones. Y con las de los demás. 



Gracias a la extraordinaria plasticidad del cerebro (a la que dedicaré otro artículo dada la repercusión de su conocimiento), y aunque nuestros patrones emocionales sean negativos, podemos repararlos y mejorarlos: sólo hay que aprender a analizar y a comprender el sustrato emocional de nuestras vidas.
Desde que podemos ver en tiempo real cómo funciona nuestro cerebro, gracias a la neurociencia, sabemos por qué se activan ciertas emociones, qué repercusiones químicas tienen y cómo afectan incluso a nuestra salud. Sabemos que la activación de ciertas emociones afectan a ciertos circuitos emocionales. Y sabemos que ignorar o reprimir esas emociones no es bueno. Esta alternativa, ignorar y reprimir nuestras verdaderas emociones y nuestro más profundo conocimiento, más allá de nuestro mundo emocional, pasa por culpar al exterior de nuestros deseos frustrados, de nuestros fracasos, de  nuestros tropiezos, de no admitir el impacto de nuestro desconocimiento en nuestro comportamiento y en nuestra salud, y como no la consecución (o no) de nuestros logros. En definitiva, vivir atrapad@s en vidas alejadas de nuestra esencia, atrapados en vidas sin  verdadero sentido y alejados de nuestra misión. 
¿Qué puedes hacer si no quieres este escenario en tu vida? El primer paso es incorporar la inteligencia emocional a tu vida, acercarla. Para ti y para tus hijos si los tienes. Controlar los impulsos, tolerar la frustración, motivarse a uno mismo, trabajar en equipo, ayudar a brillar a los demás, mantener el equilibrio en momentos de tempestad ... La vida humana es compleja. Como seres humanos nos enfrentamos a un sinfín de decisiones diarias que poco a poco van conformando nuestra existencia. 
Somos seres cuyo viaje y destino es la transformación. Conocer las etapas no resueltas, no plenamente comprendidas son esenciales para completar esta transformación. 


¿Viajamos? 







Tus innegociables

¿Corres detrás de la felicidad? ¿Parece que la rozas pero se te escapa? Todas las personas tenemos unos mínimos innegociables que nos hacen ...